Las tarjetas (de celebración, navideñas, invitaciones…) me permiten probar cosas. Experimentar. «Escapar» del (bendito) corsé de la fidelidad al modelo arquitectónico que de alguna manera condiciona los recortables «normales» (llamémoslos «volumétricos»). En 2022 y 2023 diseñé sendas tarjetas navideñas con las que felicité las fiestas a algunas personas (muchas, en realidad). Fueron sobre todo procesos de diseño que disfruté bastante y a fin de cuentas el objetivo de una felicitación navideña es que alguien se acuerde de ti (y de toda tu familia, cuando el proceso se complica).
La realidad es que este año no pensaba enviar ninguna tarjeta de felicitación. No pensaba diseñar nada. No pensaba.
Pero alguien (gracias) me preguntó si podía hacerle algunas; y mientras las preparaba me crucé, mental y digitalmente, con algunas ideas que había probado y guardado en otras ocasiones. Y de ese cruce de ideas surgió ese trozo de cartulina que, supongo, es lo que te ha traído hasta aquí, vía qr, con la esperanza de encontrar algo parecido a unas instrucciones que te permitan montar «algo».
La realidad es que esta tarjeta no ha sido más que una excusa para probar un mecanismo heredado del curso preliminar de la Bauhaus dirigido por Josef Albers, (y algún ejercicio concreto realizado por Eric Gjerde).
En fin, que no es más (ni menos) que un pequeño divertimento (tortura) para felicitaros las fiestas. ¡Que lo disfrutes!
Y si crees «ver» otras cosas, otras ideas, otras intenciones… quizás tengas razón.
«y qué queréis saber sobre las canciones, si están bien hechas no hacen falta explicaciones».
León Benavente, 2016. Habitación 615.